En el contexto jurídico español, los documentos manuscritos siguen siendo una prueba clave en numerosos procedimientos judiciales. Contratos, testamentos, acuerdos privados, finiquitos, cartas de despido o simples notas firmadas pueden ser decisivos para resolver un conflicto. Sin embargo, cuando surge la duda sobre si una firma es auténtica o si el texto fue realmente escrito por la persona a la que se atribuye, la pericia caligráfica se convierte en una herramienta imprescindible para asegurar la verdad procesal.
En este artículo vamos a explicarte qué es exactamente la pericia caligráfica y en qué casos puede utilizarse.
¿Qué es la pericia caligráfica y qué la distingue de otras disciplinas?
La pericia caligráfica es un examen técnico que permite verificar la autenticidad de una firma, letra o texto manuscrito, o bien detectar si un documento ha sido alterado, falsificado o manipulado. El objetivo principal es determinar la autoría del escrito mediante un estudio comparativo entre muestras dubitadas (de origen cuestionado) e indubitadas (cuyo autor se conoce con certeza).
Conviene aclarar que el perito calígrafo no es un grafólogo. Mientras que el grafólogo analiza la personalidad del autor a través de su escritura, el perito calígrafo se centra en identificar si una firma o texto ha sido realizado por una persona determinada, utilizando métodos científicos y objetivos. Para ello, puede servirse de herramientas como lupas, microscopios digitales, escáneres de alta resolución o fuentes de luz específicas para analizar trazos, presiones, interrupciones y otros elementos micrográficos.
Además, el perito necesita siempre trabajar con documentos originales, y no simples copias escaneadas o fotocopias, para poder analizar adecuadamente aspectos como la presión ejercida o las alteraciones en la tinta.
Aplicaciones prácticas en procedimientos judiciales: ¿cuándo es útil una pericia caligráfica?
Existen múltiples situaciones en las que la pericia caligráfica resulta decisiva para la estrategia de defensa legal. Algunas de las más habituales son:
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Falsificación de firmas o alteración de documentos
Cuando se presenta un contrato, pagaré, recibo o cualquier otro documento firmado, pero una de las partes niega haber estampado su firma, el cotejo caligráfico es la vía para demostrar la falsedad. Esto es especialmente relevante en procesos civiles (reclamaciones de deuda, impugnaciones de documentos) y penales (acusaciones de fraude, estafa o falsedad documental).
También puede darse el caso contrario: una parte impugna un documento auténtico para evitar sus consecuencias jurídicas. En este caso, un informe pericial caligráfico bien fundamentado puede blindar la validez del documento y reforzar su valor probatorio. Y en proceso penales, un informe concluyente puede suponer la absolución o condena del acusado
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Impugnación de testamentos ológrafos
El testamento ológrafo es aquel escrito de puño y letra por el testador, sin intervención notarial. Según el artículo 688 del Código Civil, debe estar íntegramente manuscrito y firmado por el testador. Pero cuando surgen dudas sobre si lo escribió él mismo (por ejemplo, en caso de enfermedad o conflictos hereditarios), la pericia caligráfica es la única vía para verificar su validez.
El perito analiza el cuerpo de escritura, el trazo, la presión, la forma de las letras y los hábitos gráficos del fallecido, cotejándolos con cartas, notas o documentos firmados en vida.
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Contratos laborales, finiquitos y cartas de despido
En el ámbito del derecho laboral, es común que un trabajador niegue haber firmado un finiquito o una renuncia voluntaria. A veces incluso se alega coacción o presión para firmar, o se discute la autenticidad del documento presentado por la empresa.
Un informe caligráfico puede demostrar que la firma fue falsificada o que el documento ha sido manipulado, lo que podría dar lugar a la nulidad del despido o a una reclamación por daños y perjuicios.
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Situaciones de conflicto o violencia en la firma de documentos
En determinados casos, una persona puede alegar que firmó bajo presión, amenaza o coacción. Aunque este tipo de situaciones requieren pruebas más amplias, el análisis caligráfico puede detectar alteraciones en la presión, interrupciones en el trazo o gestos de tensión gráfica que refuercen la versión de la víctima.
Esto puede aplicarse, por ejemplo, en procedimientos de violencia de género, firmas de renuncias bajo presión familiar o incluso acuerdos patrimoniales entre partes en conflicto.
¿Qué debe contener un buen informe pericial caligráfico?
No todos los informes tienen el mismo peso procesal. Un informe pericial caligráfico debe reunir una serie de requisitos técnicos y jurídicos para ser tenido en cuenta por el juez:
- Descripción detallada de las muestras analizadas: debe diferenciar entre grafías dubitadas e indubitadas y justificar su elección.
- Metodología científica utilizada: comparación visual, análisis de trazos, uso de instrumental técnico (microscopio, luz ultravioleta, etc.).
- Estudio de variables gráficas: espontaneidad, inclinación, presión, proporciones, continuidad, ritmo, torsión de letras, presencia de hesitaciones o correcciones.
- Consideración de factores contextuales: estado emocional, salud física, tipo de soporte, instrumento de escritura o circunstancias del momento de la firma.
- Conclusión razonada: el perito debe expresar si hay correspondencia o no entre la muestra dubitada y la indubitada, o si es imposible determinarlo por insuficiencia o baja calidad del material disponible.
Ejemplo práctico de uso en juicio
Supongamos que se inicia un procedimiento civil por una deuda entre particulares. El demandante aporta como prueba un reconocimiento de deuda firmado por el demandado. Sin embargo, éste alega que nunca firmó ese documento y que su firma ha sido falsificada.
En este contexto, el juzgado puede acordar la práctica de una prueba pericial caligráfica. El perito calígrafo solicitará una copia original del documento controvertido y diversas muestras indubitadas del demandado (por ejemplo, su firma en el DNI, contratos anteriores, recibos bancarios). Tras el análisis, el informe concluye que la firma no presenta coincidencias suficientes con las muestras indubitadas y que existen indicios claros de falsificación. Esta conclusión puede llevar al juzgado a desestimar la demanda por falta de autenticidad en la prueba principal.
En conclusión, la pericia caligráfica, lejos de ser una prueba secundaria o anecdótica, se ha consolidado como una herramienta técnica fundamental en los procedimientos judiciales. Su valor radica en su capacidad para esclarecer hechos determinantes a partir del análisis objetivo de algo tan aparentemente simple como una firma o un manuscrito.
Contar con un perito calígrafo cualificado, con experiencia y formación adecuada, puede ser la clave para desmontar la prueba contraria o reforzar nuestra estrategia procesal.
